Diga lo que piensa – Bulimia nerviosa
Cuando la mayoría de la gente piensa en la bulimia, se imagina a una persona alimentándose a la fuerza con cantidades excesivas de comida en poco tiempo, seguida de rigurosos rituales para purgar la comida de su cuerpo. Pero en realidad, ésta es sólo una forma de bulimia de entre las muchas posibles. De hecho, se han identificado múltiples tipos de esta enfermedad que distinguen entre las formas purgantes y las no purgantes.
La bulimia que se produce de forma recurrente se considera bulimia nerviosa. Este trastorno alimentario consiste en ingerir grandes cantidades de comida de una sola vez, seguido de alguna forma de purga, que incluye el vómito o el uso de diuréticos o laxantes para evitar que el cuerpo absorba todas las calorías presentes en el atracón.
Sin embargo, existe otro tipo de bulimia menos conocido: la bulimia no purgante. Se trata de un trastorno que suele comenzar en la adolescencia y en el que la persona tiene hábitos alimentarios inadecuados, como atracones frecuentes, sin intentar compensarlos con ningún tipo de técnica de purga, como vómitos, diuréticos o laxantes. En su lugar, la persona que padece bulimia sin purga utiliza otros métodos como las pastillas para adelgazar (¡que son muy peligrosas!) o los fármacos estimulantes, o hace ejercicio físico con más frecuencia de la recomendada físicamente.
¿Cómo tratar los trastornos alimentarios? (Anorexia, bulimia, atracones)
Tanto el trastorno por purga como la bulimia nerviosa son trastornos alimentarios caracterizados por los vómitos autoinducidos y otros tipos de purga. Sin embargo, una característica central de la bulimia son los grandes episodios de alimentación fuera de control, mientras que el trastorno por purga no se define por los atracones. Además, la purga es un atributo esencial del trastorno por purga, mientras que la bulimia nerviosa puede incluir conductas no purgativas como el ayuno o el ejercicio excesivo.
Como la bulimia nerviosa se conoce bien, es fácil de diagnosticar en el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), que se utiliza para diagnosticar los trastornos de salud mental. El trastorno de purga, sin embargo, no ha sido bien investigado, por lo que entra en las categorías «residuales» más ambiguas del DSM.
«La gente tiende a pensar que las condiciones en la categoría residual son menos peligrosas, pero eso no es cierto», dijo Forney. «Hay muchos datos transversales que sugieren que el trastorno por purga es tan grave como la bulimia nerviosa».
Debido a su relativa oscuridad en el mundo de la psiquiatría, hasta que no se comprenda mejor, las personas que padecen el trastorno por purga no disponen de tratamientos psiquiátricos o psicológicos que hayan sido probados para su presentación específica de síntomas. Forney espera que el estudio actual pueda proporcionar un punto de partida para futuras investigaciones relacionadas con la intervención.
Diferencia entre el trastorno por atracón y la bulimia
La bulimia nerviosa es un trastorno alimentario grave que se caracteriza por episodios recurrentes de atracones -consumo de cantidades excesivas de comida en un corto período de tiempo- seguidos de un comportamiento compensatorio destinado a «deshacer» el impacto del episodio de atracón.
La bulimia es una enfermedad increíblemente compleja, con muchos factores médicos, conductuales y nutricionales. Para el diagnóstico clínico oficial, el ciclo de atracones/compensación suele producirse de media al menos una vez a la semana durante al menos tres meses, aunque los episodios menos frecuentes siguen siendo motivo de preocupación. Los individuos con bulimia suelen experimentar una pérdida de control durante el atracón y una gran vergüenza y angustia tras el episodio. Por lo general, para diagnosticar la bulimia es necesario realizar un examen físico, pruebas de laboratorio y una evaluación psicológica.
En la mayoría de los casos, la bulimia tiene su origen en una fuerte insatisfacción con la propia apariencia, una baja autoestima o una obsesión por perder peso. Se intensifica por diversas influencias ambientales, genéticas y conductuales o factores de riesgo. Los datos de la investigación sugieren que la transición social, la exposición a los medios de comunicación y ciertos entornos de pares que pueden implicar la comparación social y las burlas pueden contribuir al riesgo.
De un trastorno alimentario a la confianza en sí mismo – BBC London
Hay dos tipos de bulimia nerviosa. En el tipo purgativo, la persona se autoinduce el vómito con regularidad o abusa de laxantes, diuréticos o enemas. En el tipo no purgante, la persona recurre al ayuno o al ejercicio excesivo para controlar el peso, pero no se purga regularmente.
Las personas con bulimia nerviosa suelen sentir una falta de control durante sus atracones de comida. La comida suele ingerirse a escondidas y con rapidez. El atracón suele terminar por un malestar abdominal, una interrupción social o por quedarse sin comida. Cuando el atracón termina, la persona con bulimia suele sentirse culpable y se purga para eliminar el exceso de calorías de su cuerpo. Para que se le diagnostique bulimia nerviosa, la persona debe haber tenido, de media, un mínimo de dos episodios de atracones a la semana durante al menos tres meses. Sin embargo, cualquier cantidad de atracones y purgas no es saludable y merece una evaluación.
La edad típica de inicio de la bulimia nerviosa es al final de la adolescencia o al principio de la edad adulta, pero el inicio puede ocurrir y ocurre en cualquier momento de la vida. La bulimia nerviosa suele comenzar en la adolescencia o al principio de la edad adulta, aunque puede aparecer a cualquier edad. Al igual que la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa afecta principalmente a las mujeres. Entre el 10% y el 15% de las personas afectadas son hombres, aunque esta cifra puede ser una subestimación. Se calcula que entre el dos y el tres por ciento de las mujeres jóvenes desarrollan bulimia nerviosa, en comparación con el medio o el uno por ciento que se estima que padecen anorexia. La bulimia afecta a todos los grupos raciales y étnicos y a todo el espectro socioeconómico. Los estudios indican que alrededor del 50 por ciento de quienes padecen anorexia nerviosa desarrollan posteriormente bulimia nerviosa.