Dermatitis atopica nerviosa

Dermatitis atópica

Debido a las estrechas asociaciones entre la piel, el sistema inmunitario y el sistema nervioso, las terminaciones nerviosas son muy importantes en la fisiopatología de las dermatosis inflamatorias y especialmente en la dermatitis atópica. Muchos neurotransmisores y factores de crecimiento nervioso que se liberan en la sangre o en la piel están implicados en la inflamación neurogénica, lo que potencia de forma espectacular la inflamación inducida por las células inmunitarias. En momentos de estrés, su liberación se ve altamente potenciada. En las lesiones de la dermatitis atópica, hay muchos cambios específicos en la neurobiología y neurofisiología de la piel. Estos interesantes datos sugieren que pueden imaginarse nuevas posibilidades terapéuticas.

Tratamiento de la dermatitis por estrés

ResumenDebido a las estrechas asociaciones entre la piel, el sistema inmunitario y el sistema nervioso, las terminaciones nerviosas son muy importantes en la fisiopatología de las dermatosis inflamatorias y especialmente en la dermatitis atópica. En la inflamación neurogénica intervienen muchos neurotransmisores y factores de crecimiento nervioso que se liberan en la sangre o en la piel y que potencian de forma espectacular la inflamación inducida por las células inmunitarias. En momentos de estrés, su liberación se ve altamente potenciada. En las lesiones de la dermatitis atópica, hay muchos cambios específicos en la neurobiología y la neurofisiología de la piel. Estos interesantes datos sugieren que pueden imaginarse nuevas posibilidades terapéuticas.

Clinic Rev Allerg Immunol 41, 259-266 (2011). https://doi.org/10.1007/s12016-010-8225-zDownload citationShare this articleAnyone you share the following link with will be able to read this content:Get shareable linkSorry, a shareable link is not currently available for this article.Copy to clipboard

Neurodermatitis

La DA es una de las enfermedades inflamatorias de la piel más frecuentes en el ser humano, y afecta hasta a un 20% de los niños que viven en países de renta alta. Los primeros signos de la enfermedad suelen aparecer entre el tercer y el sexto mes de vida, y alrededor del 60% de los casos se producen en los dos primeros años de vida; el 80% de los niños afectados presentan síntomas antes del sexto año de vida. La EA es más común en los adultos de lo que se pensaba, con hasta casi un 10% de afectados. Estos casos son el resultado de una EA persistente o recurrente en la infancia o de la nueva aparición de la EA más tarde en la vida. Hasta el 30% de los pacientes pediátricos y el 50% de los adultos con EA padecen formas moderadas o graves de la enfermedad (1-3). En general, la incidencia de la EA está aumentando en todo el mundo, lo que indica que un factor ambiental está contribuyendo al desarrollo de la enfermedad (4).

El prurito tiene un impacto fuerte y negativo en la calidad de vida de los pacientes afectados, que se quejan con mayor frecuencia de las alteraciones del sueño debidas al picor. Informan de que tienen dificultades para conciliar el sueño y se despiertan repetidamente por la noche, lo que reduce el tiempo y la calidad del sueño en general (8). Esta falta de regeneración física y psicológica durante la noche puede reducir considerablemente los niveles de atención durante el día y afectar negativamente a los niveles de rendimiento escolar y laboral. Los efectos negativos en la vida privada del paciente y en sus relaciones con la familia y los amigos son igualmente importantes. Por lo tanto, no es de extrañar que los pacientes de EA con prurito grave tengan un mayor riesgo de padecer trastornos psicológicos como ansiedad, depresión y conductas suicidas (8).

Imágenes de la dermatitis por estrés

¿Pero qué ocurre cuando los científicos necesitan estudiar una enfermedad rara, que no afecta a un alto porcentaje de personas? ¿Y qué ocurre si los afectados no participan debido a las disparidades sociales, la infrarrepresentación o la desconfianza general en el sistema médico?

Esta idea de sentido común es un principio fundamental de la alfabetización sanitaria personal, definida por health.gov como «el grado en que las personas tienen la capacidad de encontrar, comprender y utilizar información y servicios para tomar decisiones y acciones relacionadas con la salud para sí mismos y para los demás».1 Y aunque parece una noción sencilla, en la práctica es un reto enorme.

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