Violencia de genero como problema social

¿Cuándo se convirtió la violencia doméstica en un problema social?

Adrienne Cruz: En 1993, la Declaración de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer definió dicha violencia como «todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada». Esto incluía la violación conyugal, el acoso sexual, el abuso sexual, la trata y la prostitución forzada. Esta definición se ha ampliado desde entonces para incluir, entre otras cosas, la violación sistemática en los conflictos armados, el infanticidio femenino y la selección prenatal del sexo, así como la explotación económica de las mujeres.

El término «violencia de género» capta el hecho de que dicha violencia tiene su origen en la desigualdad de poder entre mujeres y hombres. La violencia de género refleja y refuerza la condición de subordinación de las mujeres -que son la gran mayoría de las víctimas- en las sociedades dominadas por los hombres. Sin embargo, los hombres también pueden ser víctimas de este tipo de violencia, especialmente aquellos que no se ajustan a las expectativas tradicionales de la sociedad sobre el comportamiento «masculino». Y algunas mujeres perpetúan la violencia contra otras mujeres para afirmar su autoridad y dominio, como una mujer que abusa de una trabajadora doméstica.

Estadísticas sobre violencia doméstica

La violencia de género es una de las violaciones de los derechos humanos más frecuentes en el mundo. No conoce fronteras sociales, económicas o nacionales. Se calcula que, en todo el mundo, una de cada tres mujeres sufrirá abusos físicos o sexuales a lo largo de su vida. La violencia de género socava la salud, la dignidad, la seguridad y la autonomía de sus víctimas y, sin embargo, sigue envuelta en una cultura del silencio.

Aunque la violencia de género no se limita a la violencia contra las mujeres y las niñas, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2021, casi una de cada tres mujeres, es decir, aproximadamente 736 millones de mujeres, ha sido objeto de violencia de pareja, de violencia sexual fuera de la pareja o de ambas cosas al menos una vez en su vida. Esto no tiene en cuenta que 1 mujer cada 11 minutos es asesinada por su pareja (UNODC, 2020).

Cuando una mujer ha sido objeto de violencia de género, ésta tiene consecuencias a corto y largo plazo para su salud física, mental y sexual y reproductiva. Las lesiones, los embarazos no deseados, las infecciones de transmisión sexual y los trastornos ginecológicos, así como la ansiedad, la depresión, el trastorno de estrés postraumático e incluso las autolesiones son sólo algunos de los impactos de la violencia a los que pueden enfrentarse las supervivientes. Por ejemplo, las supervivientes de la violencia de pareja tienen un riesgo dos veces mayor de sufrir un aborto inducido, y tienen un 50% más de probabilidades de padecer una infección de transmisión sexual o el VIH.

La violencia doméstica es un problema sistémico

ResumenAunque la violencia contra las mujeres (VCM) no es estrictamente un fenómeno nuevo, su visibilización y el rechazo social que produce son recientes y, en este sentido, sería conveniente considerarla como un problema social emergente. En este trabajo se analiza cómo una forma particular de esta violencia, la violencia de pareja contra las mujeres (VPI), es considerada actualmente como un problema social en España. Presentamos algunos datos de diferentes encuestas realizadas anteriormente en España. En concreto, esta revisión proporciona una visión general de la aceptabilidad y las actitudes públicas que apoyan el uso de esta violencia y se centra en el efecto de las actitudes de género y de los roles de género. La revisión de los datos muestra que la sociedad española, en su conjunto, considera la IPVAW como un problema social y la rechaza, pero todavía existen algunas actitudes de apoyo a la violencia, como la culpabilización de la víctima, y también una brecha de género en la consideración de esta violencia. Discutimos las implicaciones de estos datos en la gestión y prevención de la IPVAW.

Victoria A. Ferrer-Pérez.Derechos y permisosImpresiones y permisosSobre este artículoCite este artículoFerrer-Pérez, V.A., Bosch-Fiol, E. La violencia de género como problema social en España: Actitudes y aceptabilidad.

Ensayo sobre el problema social de la violencia doméstica

La violencia doméstica es un problema social que se «aborda» de diversas maneras. Al destacar los diferentes grupos sociales afectados, así como los impactos en el individuo y la sociedad, podemos ver cómo las diferentes definiciones de la violencia doméstica pueden ser problemáticas. Ya sea a través de las diferentes políticas gubernamentales que intentan «abordar» este problema social o de las organizaciones benéficas que ayudan a nivel más personal, este ensayo subrayará las principales cuestiones a la hora de abordar este problema.

A través de los medios de comunicación, los políticos y los grupos de campaña, la violencia doméstica se ha ido reconociendo poco a poco como un problema social. Al etiquetar a estos individuos en los medios de comunicación, vemos predominantemente la violencia doméstica como actos contra las mujeres llevados a cabo por hombres. Los medios de comunicación crean un pánico moral en torno a las mujeres que lleva a la sociedad a un estado de miedo que nos hace pensar que las mujeres son predominantemente las víctimas. Sin embargo, es importante que entendamos que puede ocurrirle a cualquiera. Por lo tanto, para entender los orígenes de este problema social, tenemos que mirar la construcción social histórica del género.

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